Marcela del Carmen Tamayo ha encontrado su vocación como intérprete de lengua de señas. A través de sus manos, se ha convertido en un puente de comunicación que fomenta la empatía y el respeto entre personas sordas y oyentes.
Entre libros, aulas y sus manos, Marcela del Carmen Tamayo ha encontrado su camino como intérprete de lengua de señas.
Hoy, en los zapatos de Marcela, nos acercamos a una forma de comunicar donde las manos son la principal herramienta para realizar esta actividad.
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“Es muy bonito poderse comunicar”
Marcela, quien también es psicóloga, relató sus inicios: “Primero era muy bonito y chistoso porque podía chismear y nada se iba a enterar de lo que estabas diciendo. Eso era al inicio, cuando yo aprendí. Es muy bonito poderse comunicar”.
Su trabajo no solo da voz a quienes no pueden hablar o escuchar, sino que abre espacios donde el respeto y la empatía se transforman en puentes de comunicación.
En esta ocasión, Marcela me enseñó palabras básicas de Lengua de Señas Mexicana (LSM), donde destacó que la mímica, los clasificadores y los gestos son de importancia para empezar a tener una comunicación con las personas sordas o mudas.
“El poder tener esa herramienta yo como psicóloga, más a una gran parte de la comunidad, no solamente a las personas oyentes, sino a las personas sordas, pues para mí también es muy satisfactorio, y también para las personas que puedan descubrir que hay una persona que es psicóloga y puede comunicarse con ellos es como ‘por fin alguien me va a entender’”, expresó.
Manos que hablan
Lo primero que debemos tener presente es que la mano con la que escribes es con la que te comunicas, mientras que la otra es la base de la palabra. Movimientos como arriba, abajo, derecha e izquierda suelen tener distintos significados, así como la posición de los dedos.
Por ejemplo, para dar noticias, debemos juntar el pulgar y el meñique mientras que los otros dedos restantes se juntan como un “okay”, y los movimientos son de adentro hacia afuera.
Marcela define su oficio no solo como una labor técnica, sino como una forma de vida que la convierte en un puente entre dos mundos.
“Lo importante de este oficio principalmente es la comunicación, la herramienta de las manos, el poder de transmitir una información y pues poder ser ese canal, ese puente entre oyentes y sordos de una manera respetuosa y empática”, agregó.
En los zapatos de Marcela, aprendimos que la lengua de señas es mucho más que un idioma: es una herramienta de inclusión, una puerta a la empatía y un arte que transforma vidas.
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