A diferencia de otros tacos, estos además de tener una receta familiar de respaldo, son servidos uno a uno y el taquero no para de despechar los platos hasta que el comensal lo indica.

“La característica de estos tacos, como se los conoce la gente también, son de uno por uno y te van dando uno por uno, hasta que usted diga ya y usted tiene que llevar la cuenta y ya usted nomás dice: me comí tantos y ya es lo que paga”

Cuatro generaciones son las que ya han pasado por este puesto, el cual mantiene un sello de que toda carne y tortilla que se venden van al carbón y no paran de servirse.

Prueba de ello es el humo que se puede ver a la distancia y en la icónica chimenea que tiene la cocina, misma que saca el humo blanco y como si del mismísimo vaticano se tratara, es la señal de que ya hay tacos.

Además, una salsa con receta de la casa es la que da ese toque especial a cada taco que se sirve.

En este rincón, la medida no la pone el taquero, sino el hambre; por eso aquí, los tacos no se cuentan, se disfrutan.