En el estadio de los Tomateros, la acción no se limita solo en el diamante. Entre butaca y butaca, los vendedores recorren todo el estadio, llevando sus productos y, sobre todo, su energía.
Durante los juegos, es común verlos sobre la tarima bailando y mostrando sus productos, en este caso acompañados del famoso Oso Besiboloso. Los fanáticos aplauden, ríen y participan del ambiente, que combina béisbol, convivencia y buen cotorreo.
Estos vendedores aplican al pie de la letra la frase: “El que no enseña, no vende”, y su creatividad y entusiasmo hacen que cada recorrido sea una pequeña fiesta en medio del juego.
El resultado es un espectáculo dentro del espectáculo: no solo se trata de disfrutar del béisbol, sino también de vivir la experiencia completa del estadio, donde cada canasta y cada sonrisa suma al ambiente único de los Tomateros.
