En la comunidad indígena de Goros II, al norte de Sinaloa, el sonido de las lecciones diarias tiene un matiz distinto. Ahí, la maestra Nelsy Saray Valenzuela Flores no solo se apoya en cuadernos y libros de texto; su verdadera herramienta de trabajo es la memoria viva de su pueblo.
Como docente de la primaria indígena "Paulino Basópoli", Nelsy recibe cada mañana a sus alumnos con una misión que trasciende el programa oficial: practicar español, matemáticas y ciencias, sin permitir que la cultura mayo-yoreme y su lengua —que hoy se resiste a desaparecer— se queden en el olvido.
Una herencia que se lleva en la sangreLa vocación de Nelsy no es casualidad. Hija de un docente jubilado del medio indígena, creció recorriendo las aulas de este subsistema, entendiendo desde pequeña que la educación en estas comunidades tiene retos que no aparecen en los manuales.
"No siempre el trabajo en el aula es fácil; en comunidades indígenas nos enfrentamos a desafíos y retos todavía más complejos, especialmente con el debilitamiento de la lengua", comenta Nelsy.Para ella, dar clases no es repetir lecciones, sino defender la identidad. Su currículo incluye las historias contadas por los abuelos, el significado de los rituales de Semana Santa y la valoración de los vestigios que aún se mantienen en pie en su tierra.
De la burla al orgullo: El poder del YoremnokkiEn un entorno donde muchos estudiantes enfrentan realidades de pobreza y discriminación, Nelsy ha decidido poner el ejemplo. Imparte sus clases en yoremnokki, una lengua que poco a poco deja de escucharse en las calles de Ahome.
El camino no ha sido sencillo. Al principio, el choque cultural se dio incluso dentro del salón de clases:
"Al principio se reían, preguntaban '¿en qué nos está hablando?', '¿qué está pasando?'. Había que explicarles de qué se trataba y el valor de conocer nuestra lengua, sobre todo estando en una comunidad indígena", relata la maestra.
La radio como trinchera cultural
Para llevar su mensaje más allá de las paredes de la escuela, Nelsy dio un paso innovador: creó una radio comunitaria. A través de las ondas radiales, relata al mundo quiénes son los yoremes, sus orígenes y, lo más importante, envía un mensaje de superación: que ser de una comunidad pequeña no es una limitante para salir adelante.
El trabajo de la maestra Nelsy es un recordatorio de que la educación moderna y la cultura nativa no están peleadas. Al contrario, en sus manos, la tradición se convierte en la base sólida sobre la cual sus alumnos construyen su futuro.
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