El Poder Judicial impide que el campo de Golf “Tangolunda” sea invadido

La PROFEPA mantiene su desacato y no ha retirado los sellos de clausura

TV Azteca
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La suspensión definitiva para que Producciones Especializadas S.A. DE C.V., “No sea desposeída del polígono en donde se ubica el campo de golf “Tangolunda” en Huatulco, cierra la puerta a las disputas entre grupos de pobladores, como ya ocurre en otros parques nacionales de este destino turístico.

Por ejemplo el Polígono Pescadores en el Boulevard Chahué, donde hay asentamientos irregulares y ya hay incertidumbre entre pobladores.

“No tienen por qué utilizar la fuerza pública, mucho menos intervenir, estar a echar a pelear entre civiles, es que es la tristeza más grande, que no hay ninguna autoridad que pueda parar esto”, cuenta Roberto Pacheco, Presidente de la Sociedad Cooperativa Costa Oaxaqueña.

Y es que ya comenzaron las fricciones con grupos de otros asentamientos irregulares de la zona.

“A raíz de eso, ellos empiezan la confrontación, ellos les dicen que nos agredan y ellos son borregos, porque eso son, son borregos y a mí me golpearon, yo me siento muy mal, yo me siento triste, porque no se vale.”, relata Paola Aurora, una habitante del Polígono Pescadores Huatulco.

Los especialistas advierten que estas fricciones son parte de un efecto dominó, donde la invasión es la culminación.

“Y esa regularización se va a volver terriblemente el fomento para que allá más invasión, no se la va acabar el Gobierno. Todo eso se lo comieron los decretos a áreas naturales protegidas, toda la reserva urbana de vivienda social”, puntualizó Ana María Cruz Vasconcelos, abogada.

Así se ve la Guardia Nacional a la entrada de estas colonias perdidas que aun no tienen claridad en su destino.

“Se lo hago sentir al presidente de la República que yo he estado y he apoyado a él. Estoy decepcionada y ojalá voltee a ver su pueblo que somos nosotros y que necesitamos su apoyo.”, pide Mónica Vázquez, otra habitante del Polígono Pescadores Huatulco.

Un letrero recién colocado marca la zona de propiedad federal, detrás de él, la abismal realidad de décadas: decenas de casas de madera y techos de lámina con un rumbo indefinido.

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